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DICIEMBRE, 2017

Esa mecha fue la que impulsó la creación de la Asociación Cinco Panes y Dos Peces, A.C. (CIPAN) en el año 2001, cuyos voluntarios conscientes de los riesgos que la incomunicación y el aislamiento provocan, así como las pérdidas de vidas humanas por la falta de atención y prevención de riesgos, la deficiencia en los servicios comunitarios de salud, la carencia de viviendas seguras y dignas, entre otros y basándose en la experiencia del retraso que causan la incomunicación, el aislamiento y la marginación de cientos de poblaciones, detona su programa “Un Radio Una Vida”, el cual consistió en instalar equipos de radiocomunicación de doble vía en las casas de líderes locales voluntarios, quienes hasta la fecha son los responsables de operar las redes intercomunitarias de protección civil, mismas que se han extendido a diversas regiones limítrofes de los estados participantes, y a las cuales se encuentran vinculadas 657 comunidades.
En el año 2005 en Chiapas, después del paso del Huracán Stan, la institución decide ampliar las expectativas de atención a necesidades colectivo-comunitarias, transformando esta iniciativa en un programa más ambicioso del que surge y nace “Enlaza México”, que desde hace más de 12 años promueve el desarrollo comunitario con un modelo de trabajo que favorece los procesos de acompañamiento y autogestión en las zonas montañosas de México, cuyos pobladores son afectados continuamente por fenómenos perturbadores. La estructura del sistema “Enlaza México” aplica en espacios geográficos accidentados, en donde la señal de la telefonía aún no llega o se pierde con frecuencia y en donde los pobladores, por no contar con adecuadas vías de comunicación, son víctimas de la marginación, la vulnerabilidad y la pobreza.
Ya son más de 2000 hombres y mujeres Promotores Voluntarios de la Montaña.
organización comunitaria, a través de una amplia gama de herramientas y métodos, que permiten a los actores involucrados, entre otras cosas; generar confianza, intercambiar conocimientos y capacidades, construir procesos sociales y políticos, debatir, aprender y enseñar para con esto, lograr un cambio sostenido y significativo.
En el caso de los grupos voluntarios, que se han desarrollado en torno al Programa Enlaza México (PEM), tienen cualidades particulares que les hacen ser un caso especial, en el entorno de la protección civil y de la reducción de riesgos ante desastres. Desde su inicio, en 1997, la acción voluntaria, en zonas cuya orografía dificulta el contacto cercano entre comunidades, deriva en el trabajo en red donde además se comparten ideas, recursos, metodologías para actuar. Por su forma de organización, estos grupos voluntarios terminan estableciendo vínculos de colaboración con autoridades de gobierno, habiendo probado su utilidad pública y, ciertamente, son un ejemplo de construcción de capital social, es decir, que tienen los siguientes rasgos: creación de vínculos, a través de redes sociales que crean confianza mutua en donde existen normas de reciprocidad y además cumplen con los 4 elementos que se distinguen sobre capital social, pues generan confianza entre los miembros de una sociedad, impulsan la asociatividad como capacidad de unir esfuerzos; alientan el civismo entendido como el grado de participación en el interés colectivo y promueven valores éticos predominantes de la comunidad, siendo incluyentes, ya que han dado lugar a la participación de las mujeres y de personas con discapacidad.
En algunas comunidades, ciertos promotores voluntarios han sido electos para cargos de representación popular, donde el servicio voluntario que están brindando fomenta la confianza de la comunidad, en esa nueva autoridad pública, pues ésta se construyó sobre las bases de la ayuda mutua. Los voluntarios han desarrollado otras iniciativas comunitarias, tales como la protección al medio ambiente, de residuos tóxicos, conducción adecuada de la basura desde el municipio, etc., el cultivo de bosques, las prácticas de comercio justo y el emprendimiento de proyectos productivos como el cultivo del bambú y de aguacate. Pero quizás, uno de los impactos más profundos es que los Promotores de la Montaña han incidido, de manera directa, en política pública de protección civil, ya que muchas de sus iniciativas y acciones han sido consideradas como efectivas y se han incorporado al Plan Integral de Manejo y Gestión de Riesgos, en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno federal.
El valor y el éxito del programa Promotores de la Montaña estriba en su gente, en el compromiso de líderes locales, mujeres y hombres, quienes deciden dedicar parte de su tiempo y esfuerzo a organizar a los miembros de sus comunidades para enfrentar cualquier situación de riesgo y coordinar acciones con autoridades locales, municipales y estatales para salvaguardar la vida y la seguridad de las personas que se encuentran en mayor desventaja. En la actualidad, cada comunidad está conformada por un pequeño grupo de operarios del equipo de radiocomunicación, por un comité responsable de dar seguimiento a las actividades sugeridas por los promotores y algunas de éstas (aproximadamente 250) disponen de líderes locales capacitados, quienes integran equipos de brigadistas para actuar en situaciones de emergencias y/o desastres, de manera solidaria, voluntaria y responsable. El valor de Promotores de la Montaña es que se comprometen por años, no solo con la Asociación, sino con sus propias comunidades, actuando y velando por la seguridad y la protección de los pobladores. Algunos de los promotores voluntarios tienen más de 18 años operando las redes de radiocomunicación y los altavoces, atendiendo las urgencias y emergencias que se presentan y continúan participando en los talleres y eventos que se organizan frecuentemente.




Los voluntarios y voluntarias que conforman la Red de Promotores de la Montaña de CIPAN, son un grupo único, fuerte, autogestivo, solidario y siempre presente y estamos convencidas que serán un ejemplo de voluntariado digno de recibir el 10º Premio Nacional
de Acción Voluntaria y Solidaria 2017.
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